El enojo de la gente es incontenible
Al margen de que la semana transcurrida políticamente ha sido la más importante de los últimos tiempos, sería demasiado aventurado decir que ya estamos frente a una situación definitiva. Esto vamos a dejarlo para las próximas semanas, cuando la situación se agrave cada vez más rápido, tanto como para subrayar que Cristina W. ya sabe que deberá pelear para poder mantenerse en el poder.
Más aún, cuando el presidente de la Corte Suprema, Dr. Lorenzetti, le aseguró antes del viaje a la capital peruana para participar de la reunión de presidentes convocada para evaluar la imparable crisis venezolana, que defendería “la vigencia de la Constitución Nacional hasta las últimas consecuencias”, Cristina entendió que la crisis institucional ya estaba en plena gestación y que el ataque a la Justicia era una jugada que, como tantas otras, se desmoronaría ruidosamente. Para colmo, el éxito de la concentración popular de protesta la había debilitado y, si bien su instinto le indicaba que las cosas habían cambiado y debía enfrentarlas con habilidad, su naturaleza le dictaba otras pautas de conducta y, en síntesis, insistiría en su posición pase lo que pase. De allí que cabe esperar que no retrocederá ni un centímetro y persistirá en su objetivo de controlar al Poder Judicial en los términos que son conocidos.
Consecuentemente, los próximos días traerán definiciones institucionales por parte de la Corte, cuyos ministros respaldarán a su presidente, generándose, en consecuencia, lo que de hecho ha comenzado a vivir intensamente el país: una crisis de proporciones con final abierto. Deberíamos destacar que la aceleración de este escenario, o más precisamente su agudización, dependerá de lo que ocurra de aquí al comienzo de la semana que comenzará mañana, pues el domingo el periodista Jorge Lanata difundirá nuevos elementos de prueba demostrativos de la complicidad de Néstor Kirchner –y por lo tanto de la misma Cristina– en el saqueo a las arcas públicas y la acumulación de un verdadero tesoro –una inmensa fortuna, si se prefiere– en Suiza y en paraísos fiscales. Las precisiones que se aporten al respecto son muy importantes pues, de acuerdo con lo que sabemos, se prepararán reclamos cuya sola mención tiene implicancias políticas fáciles de imaginar. Alrededor de la suma colocada en el exterior y la que todavía está en el país, se han tejido innumerables especulaciones pero podemos compartir la idea –más que una simple presunción– de que la cifra es más que significativa, tanto como para esperar que su retorno a la esfera soberana del gobierno servirá para satisfacer parcialmente las consecuencias de tierra arrasada que deja el kirchnerismo. De todos modos, el proceso que ya se ha inaugurado no será fácil y obligará a la justicia a apoyarse en la fuerza que ofrece el Estado, para poder avanzar en la legalidad rectificadora de los hechos.
Obviamente, estamos frente a un panorama difícil que obligará a un contralor cuyos detalles todavía no se vislumbran con claridad. De todos modos, no resulta difícil apreciar que está en juego la estabilidad de la presidente de nuestra ex República, tema que abre nuevas opciones políticas. Por un lado, están los analistas y observadores que subrayan la imposibilidad de que Cristina permanezca en su cargo si las cosas se dan en los términos que mencionamos y, por el otro, hay quienes sostienen que, si bien se marcha hacia ese desenlace, habrá que esperar a que se aclare el confuso panorama político en el que se destaca la inconclusa crisis de la provincia de Buenos Aires. Ésta es determinante de un resultado electoral que ya es adverso al gobierno, que deberá sumar la derrota que especialmente prometen Santa Fe, Córdoba y Santa Cruz, entre otras provincias, lo cual hará incompatible el funcionamiento del kirchnerismo, acostumbrado a manejarse con una mayoría que se le esfuma con una rapidez que sólo reflejan las encuestas que aún no salen a la luz.
Todavía no hay nada resuelto con exactitud, pero lo concreto es que Cristina dejaría el poder este año y que es posible que aparezca un amago de violencia superior al de la inseguridad que hoy vivimos. Paralelamente y sin extendernos en demasía, debemos mencionar que desde el cambio de gobierno realizado en Honduras primero y en Paraguay después –siempre dentro de las pautas constitucionales que rigen en esos dos países de la región– comenzó un proceso que pone de manifiesto el fracaso del Foro de San Pablo y la incapacidad de quienes adhieren a esa organización para encontrar soluciones económicas, sociales y de estabilidad política en donde alcanzaron el poder. Brasil, por mencionar al país donde paradójicamente nació este grupo de izquierda, supo superar los intentos, pese a que llegó a la presidencia un hombre como Lula Da Silva, que fue un forista destacado. Itamaraty, las clases socioeconómicas del industrializado San Pablo, las Fuerzas Armadas y otros sectores de vanguardia, convirtieron a los brasileños en los actores principales y dominantes –utilizamos el vocablo pese a que puede sonar muy agresivo– que desplazaron a la Argentina en el liderazgo continental. Incluso en el agropecuario, donde nuestra calidad y volumen eran indiscutidos. Obviamente, en el plano militar también fuimos superados por razones ideológicas que determinaron un retroceso insólitamente voluntario y dejan a la Argentina indefensa en momentos críticos desde todo punto de vista.
Al igual que los restantes, este factor adquiere una importancia creciente, sobre todo porque de nuestra tierra siempre se esperó que se pudiera dar respuesta a las crecientes necesidades mundiales en materia alimenticia. Es innecesario desarrollar la importancia estratégica de esa circunstancia, que viene atada a la extraordinaria tecnología adquirida por nuestro campo, a la abundancia de las reservas acuíferas, al petróleo que aguarda salir a la superficie para suspender la importación de combustibles y otros componentes de un potencial que ha sido ignorado –y hasta combatido– por una ideología que ahora se llama cristinismo. Como si fuera insuficiente todo lo ocurrido, ahora la irresponsabilidad de Olivos y la Casa Rosada se empeña en respaldar a un gobierno fraudulento como el de Maduro en Venezuela, país hermano que corre el riesgo de una guerra civil que alteraría severamente el escenario regional.
Entre tanto, nuestras diferencias internas se agudizan. Para el 24 de este mes está en preparación un abrazo popular al Congreso de la Nación que lleva implícito el rechazo al comportamiento de los políticos oficialistas y sus aliados. En determinadas oficinas se hacen listas para consignar cómo votan y votaron senadores y diputados leyes rechazadas en las calles y en las plazas. Las listas también incorporaron a los jueces prevaricadores y todo indica que se acerca el momento de dar explicaciones y soportar las consecuencias de no haber defendido o lisa y llanamente atacado lo estatuido por la Constitución Nacional. Por cierto, vendrán instancias difíciles y hasta peligrosas… pero inevitables.
Fuente: Informador Público
Autor: Carlos Manuel Acuña
Link;
http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2013/04/20/el-enojo-de-la-gente-es-incontenible/#more-80549
Fonte; La historia paralela 2013( abril)
Más aún, cuando el presidente de la Corte Suprema, Dr. Lorenzetti, le aseguró antes del viaje a la capital peruana para participar de la reunión de presidentes convocada para evaluar la imparable crisis venezolana, que defendería “la vigencia de la Constitución Nacional hasta las últimas consecuencias”, Cristina entendió que la crisis institucional ya estaba en plena gestación y que el ataque a la Justicia era una jugada que, como tantas otras, se desmoronaría ruidosamente. Para colmo, el éxito de la concentración popular de protesta la había debilitado y, si bien su instinto le indicaba que las cosas habían cambiado y debía enfrentarlas con habilidad, su naturaleza le dictaba otras pautas de conducta y, en síntesis, insistiría en su posición pase lo que pase. De allí que cabe esperar que no retrocederá ni un centímetro y persistirá en su objetivo de controlar al Poder Judicial en los términos que son conocidos.
Consecuentemente, los próximos días traerán definiciones institucionales por parte de la Corte, cuyos ministros respaldarán a su presidente, generándose, en consecuencia, lo que de hecho ha comenzado a vivir intensamente el país: una crisis de proporciones con final abierto. Deberíamos destacar que la aceleración de este escenario, o más precisamente su agudización, dependerá de lo que ocurra de aquí al comienzo de la semana que comenzará mañana, pues el domingo el periodista Jorge Lanata difundirá nuevos elementos de prueba demostrativos de la complicidad de Néstor Kirchner –y por lo tanto de la misma Cristina– en el saqueo a las arcas públicas y la acumulación de un verdadero tesoro –una inmensa fortuna, si se prefiere– en Suiza y en paraísos fiscales. Las precisiones que se aporten al respecto son muy importantes pues, de acuerdo con lo que sabemos, se prepararán reclamos cuya sola mención tiene implicancias políticas fáciles de imaginar. Alrededor de la suma colocada en el exterior y la que todavía está en el país, se han tejido innumerables especulaciones pero podemos compartir la idea –más que una simple presunción– de que la cifra es más que significativa, tanto como para esperar que su retorno a la esfera soberana del gobierno servirá para satisfacer parcialmente las consecuencias de tierra arrasada que deja el kirchnerismo. De todos modos, el proceso que ya se ha inaugurado no será fácil y obligará a la justicia a apoyarse en la fuerza que ofrece el Estado, para poder avanzar en la legalidad rectificadora de los hechos.
Obviamente, estamos frente a un panorama difícil que obligará a un contralor cuyos detalles todavía no se vislumbran con claridad. De todos modos, no resulta difícil apreciar que está en juego la estabilidad de la presidente de nuestra ex República, tema que abre nuevas opciones políticas. Por un lado, están los analistas y observadores que subrayan la imposibilidad de que Cristina permanezca en su cargo si las cosas se dan en los términos que mencionamos y, por el otro, hay quienes sostienen que, si bien se marcha hacia ese desenlace, habrá que esperar a que se aclare el confuso panorama político en el que se destaca la inconclusa crisis de la provincia de Buenos Aires. Ésta es determinante de un resultado electoral que ya es adverso al gobierno, que deberá sumar la derrota que especialmente prometen Santa Fe, Córdoba y Santa Cruz, entre otras provincias, lo cual hará incompatible el funcionamiento del kirchnerismo, acostumbrado a manejarse con una mayoría que se le esfuma con una rapidez que sólo reflejan las encuestas que aún no salen a la luz.
Todavía no hay nada resuelto con exactitud, pero lo concreto es que Cristina dejaría el poder este año y que es posible que aparezca un amago de violencia superior al de la inseguridad que hoy vivimos. Paralelamente y sin extendernos en demasía, debemos mencionar que desde el cambio de gobierno realizado en Honduras primero y en Paraguay después –siempre dentro de las pautas constitucionales que rigen en esos dos países de la región– comenzó un proceso que pone de manifiesto el fracaso del Foro de San Pablo y la incapacidad de quienes adhieren a esa organización para encontrar soluciones económicas, sociales y de estabilidad política en donde alcanzaron el poder. Brasil, por mencionar al país donde paradójicamente nació este grupo de izquierda, supo superar los intentos, pese a que llegó a la presidencia un hombre como Lula Da Silva, que fue un forista destacado. Itamaraty, las clases socioeconómicas del industrializado San Pablo, las Fuerzas Armadas y otros sectores de vanguardia, convirtieron a los brasileños en los actores principales y dominantes –utilizamos el vocablo pese a que puede sonar muy agresivo– que desplazaron a la Argentina en el liderazgo continental. Incluso en el agropecuario, donde nuestra calidad y volumen eran indiscutidos. Obviamente, en el plano militar también fuimos superados por razones ideológicas que determinaron un retroceso insólitamente voluntario y dejan a la Argentina indefensa en momentos críticos desde todo punto de vista.
Al igual que los restantes, este factor adquiere una importancia creciente, sobre todo porque de nuestra tierra siempre se esperó que se pudiera dar respuesta a las crecientes necesidades mundiales en materia alimenticia. Es innecesario desarrollar la importancia estratégica de esa circunstancia, que viene atada a la extraordinaria tecnología adquirida por nuestro campo, a la abundancia de las reservas acuíferas, al petróleo que aguarda salir a la superficie para suspender la importación de combustibles y otros componentes de un potencial que ha sido ignorado –y hasta combatido– por una ideología que ahora se llama cristinismo. Como si fuera insuficiente todo lo ocurrido, ahora la irresponsabilidad de Olivos y la Casa Rosada se empeña en respaldar a un gobierno fraudulento como el de Maduro en Venezuela, país hermano que corre el riesgo de una guerra civil que alteraría severamente el escenario regional.
Entre tanto, nuestras diferencias internas se agudizan. Para el 24 de este mes está en preparación un abrazo popular al Congreso de la Nación que lleva implícito el rechazo al comportamiento de los políticos oficialistas y sus aliados. En determinadas oficinas se hacen listas para consignar cómo votan y votaron senadores y diputados leyes rechazadas en las calles y en las plazas. Las listas también incorporaron a los jueces prevaricadores y todo indica que se acerca el momento de dar explicaciones y soportar las consecuencias de no haber defendido o lisa y llanamente atacado lo estatuido por la Constitución Nacional. Por cierto, vendrán instancias difíciles y hasta peligrosas… pero inevitables.
Fuente: Informador Público
Autor: Carlos Manuel Acuña
Link;
http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2013/04/20/el-enojo-de-la-gente-es-incontenible/#more-80549
Fonte; La historia paralela 2013( abril)
Nenhum comentário:
Postar um comentário