quarta-feira, 24 de julho de 2013

Medidas Estatales


El Colum­nista Invi­tado de Hoy:
Lic. Clau­dio Valdez

Los hom­bres son sen­si­bles a la satis­fac­ción de sus nece­si­da­des. Se per­cibe que, entre ellas, las “nece­si­da­des pri­ma­rias” siem­pre orien­ta­ron con inten­si­dad la volun­tad social por la inme­diata depen­den­cia a que están some­ti­das la salud, el bie­nes­tar y el goce de la vida. Las exce­si­vas regu­la­cio­nes desde el poder polí­tico nunca per­mi­tie­ron resul­ta­dos sos­te­ni­bles en can­ti­dad, cali­dad, ni tam­poco en el tiempo.
El legen­da­rio Ham­mu­rabi, rey de Babi­lo­nia (1750 a. C) hizo emplear un sis­tema de pesos y medi­das ade­más de lis­tas de pre­cios máxi­mos, como tes­ti­mo­nian abun­dan­tes tabli­llas de arci­lla gra­ba­das en escri­tura cunei­forme. Gre­cia y Roma insis­tie­ron siglos des­pués en simi­la­res pro­pó­si­tos. Los resul­ta­dos logra­dos acu­sa­ron con habi­tua­li­dad fal­tan­tes y mer­ca­dos “mar­gi­na­les” (para­le­los, negros o blues) con sus con­sa­bi­das diná­mi­cas: espe­cu­la­ción, abu­sos, delin­cuen­cia orga­ni­zada, des­abas­te­ci­miento y nece­si­da­des insa­tis­fe­chas de clien­tes y demás beneficiarios.
El Estado moderno aten­diendo lo impe­rioso de las nece­si­da­des de sus gober­na­dos (el pue­blo) inter­vino con mayor o menor voca­ción y mala o peor suerte esta­ble­ciendo “nor­mas de abas­te­ci­miento”. Los actua­les cono­ci­mien­tos eco­nó­mi­cos, avan­ces en cues­tio­nes finan­cie­ras y de admi­nis­tra­ción del cré­dito, acon­se­jan que podrían lograrse acep­ta­dos y más efi­ca­ces resul­ta­dos mediante la inter­ven­ción de “pro­vee­do­res de fomento” (empre­sas esta­ta­les y coope­ra­ti­vas) pero ope­rando en com­pe­ten­cia den­tro del libre mercado.
El regla­men­ta­rismo nor­ma­tivo, por más deta­llista y severo que pueda ser decre­tado, no logrará encon­trar un punto de equi­li­brio entre demanda y oferta: las leyes jurí­di­cas “no ajus­tan” cuando deben ter­ciar entre difu­sas, incons­tan­tes y tem­pe­ra­men­ta­les nece­si­da­des, deseos, e incluso ten­den­cias de moda, pudiendo lle­gar a ser per­ci­bi­das como “no jus­tas” por lo que resul­tan inefi­ca­ces. El único modo de lograrse algún equi­li­brio es mediante la con­ve­nien­cia y res­pon­sa­bi­li­dad del indi­vi­duo, que libre­mente demande y oferte en forma glo­bal según nece­si­dad, pre­fe­ren­cia y volun­tad: siem­pre donde hay una nece­si­dad, la oferta apa­rece; tanto como, a la inversa, la oferta es capaz de crear la nece­si­dad. El mer­cado opera según “leyes eco­nó­mi­cas”, no nece­sa­ria­mente malea­bles a la volun­tad del legis­la­dor ni a las impro­vi­sa­cio­nes y dis­po­si­cio­nes de los fun­cio­na­rios ejecutivos.
Por supuesto que “pesos y medi­das” tie­nen que estar nor­ma­ti­za­dos, para lo cual el Estado debe resul­tar “garan­tía y segu­ri­dad jurí­dica”, en tanto el empre­sa­rio según sus capa­ci­da­des, intere­ses y carac­te­rís­ti­cas es res­pon­sa­ble de con­ti­nuar deci­diendo “qué, cómo y para quién” pro­du­cir, si lo que se pre­tende es abastecimiento.
En iró­nica metá­fora podría expre­sarse: es lícito que el Estado “tome medi­das”, y sobre todo desea­ble que en La Argen­tina lo haga con “ade­cuado peso”.

Autor: Lic. Claudio Valdez

Link:
http://www.lahistoriaparalela.com.ar/2013/07/23/medidas-estatales/#more-93170


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